El corzo

El corzo es el cérvido europeo de menor tamaño, con una longitud que pasa escasamente el metro y una alzada de unos 75 centímetros, lo que le da un aspecto esbelto y grácil. Sólo algunos grandes machos pasan de los 30 kilogramos en el oriente de Lugo, siendo las hembras algo menores. El corzo tiene las patas traseras más largas que las delanteras, orejas erguidas y largas, pelaje pardo rojizo, con un bozal negro y un escudete anal de color claro y una expresión despierta y curiosa. Los machos tienen una cuerna de escaso tamaño, con una longitud de unos 18 a 20 centímetros, que presenta un eje central y dos cortas ramas, una a media altura dirigida hacia delante y otra en su parte superior dirigida hacia atrás. Esta cuerna sólo aparece completa a partir de los tres años, apareciendo en distintos estadíos parciales durante los dos primeros años.
Es un animal típico de los bosques caducifolios, mostrando preferencia por los que presentan un sotobosque bien desarrollado y cerrado que le proporcione cobijo y por los que presentan claros, donde gusta alimentarse. En Galicia también podemos encontrarlo comúnmente en los cultivos forestales de pino, tanto de pino gallego como de pino silvestre, especialmente cuando conservan un buen sotobosque. En menores abundancias aparecen también en zonas de matorral alto, especialmente en zonas de mosaico, donde pequeños desplazamientos permiten el acceso a una variedad de recursos.
El corzo es un animal nocturno y crepuscular, aunque en zonas tranquilas puede alimentarse durante todo el día. En invierno puede ser un animal gregario, que campea en pequeños grupos. Cuando se acerca el celo se vuelven más solitarios y agresivos, con territorios bien definidos. El territorio del macho es algo mayor que el de las hembras, con unas 70 hectáreas que se solapan con los territorios de las hembras, de unas 50.
El celo se da en julio y agosto, cuando se oye a los corzos ladrar en los montes. Durante esta época los machos marcan su territorio frotando las cuernas contra el tronco de pequeños árboles hasta descortezarlos, impregnándolo así de la sustancia segregada por una glándula que se presenta entre los dos cuernos. En esta época los machos se pelean y acosan a las hembras para aparearse. El corzo presenta implantación diferida de tres meses, por lo que las crías, generalmente en número de dos, ven la luz en la primavera siguiente (mayo a junio). Hacia finales de otoño los machos pierden la cornamenta, que estará completamente crecida otra vez para la primavera siguiente.
El corzo es un animal herbívoro. El grueso de su dieta lo forman hojas y brotes tiernos de diversas especies de arbustos del sotobosque y de plántulas de las especies arbóreas del bosque caducifolio, gustando especialmente de las hojas de la zarza común. De hecho, en lugares donde se dan altas densidades de corzos, éstos provocan serios daños sobre la actividad silvícola, también pueden consumir corteza de árboles, plantas herbáceas, frutos, setas, bellotas… y acostumbran a pastar en los prados de montaña situados en los lindes de bosques al amanecer siendo fácil sorprenderlos en estos momentos.