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Naturaleza

Ancares

Acebo


El acebo, árbol emblemático por su relación directa con uno de los animales más significativos de la comarca, el urogallo. Es una planta de porte muy variable pudiendo crecer en forma de arbusto de talla media, de 2 a 5 metros con multitud de tallos que parten del mismo punto en el suelo o en forma de árbol, también de talla media con una altura que puede llegar a los 10 metros y con un solo tronco que se ramifica en altura para formar una copa densa.
El acebo es un árbol perennifolio, lo cual quiere decir que no pierde todas sus hojas al llegar el otoño, sino que la renovación de las hojas se realizará de forma gradual de manera que el árbol siempre está provisto de un número importante de hojas para poder realizar la fotosíntesis. Esta característica es una de las principales responsables de la enorme importancia del acebo en los bosques de montaña de Ancares, ya que es uno de los pocos árboles de los abedulares, robledales, melojares y bosques mixtos que mantiene sus hojas en invierno convirtiéndose así en refugio de multitud de animales cuando la nieve cubre el suelo del bosque.
La corteza del acebo es lisa y de color gris plateado, con estrías finas que la surcan longitudinalmente y sus hojas son de color verde oscuro brillante, coriáceas y con una longitud entre 5 y 12 centímetros, más largas que anchas y con presencia común de espinas en el margen. De hecho, esta característica, que recuerda las hojas de la encina, le ha dado el nombre genérico de llex, que significa encina. Sin embargo, no todas las hojas del acebo tienen el margen espinoso, ya que esta característica no es sino una defensa ante herbívoros por lo que en las partes altas de los acebos es común ver hojas de márgenes lisos.
Es un árbol dioico, es decir, cada árbol sólo presenta flores de uno de los dos sexos. Estas flores son de pequeño tamaño, unos 6 milímetros, y de color blanco. Las flores masculinas presentan ovarios pero no son funcionales al igual que las flores femeninas que presentan estambres bien visibles pero que tampoco son funcionales, aunque en ocasiones se da la aparición de flores hermafroditas, es decir, con su parte masculina y su parte femenina totalmente funcionales. Las flores aparecen hacia los meses de mayo y junio en la base de las hojas del año anterior.
Tras la fecundación las flores de los individuos femeninos darán lugar a unos frutos de color rojo brillante de un tamaño que oscila entre los 7 y los 12 milímetros, que aparecen en abigarrados racimos. Estos frutos contienen de dos a cuatro semillas alargadas con estrías longitudinales incluídas en una pulpa carnosa y acuosa y son otra razón poderosa para que los acebales de Ancares se vean tan frecuentados por multitud de animales en invierno. Muchos de ellos se alimentarán casi exclusivamente de la pulpa de estos frutos que hayan caído o incluso que aún permanezcan en el árbol. El periodo de disponibilidad de frutos del acebo es el más dilatado del área que nos ocupa, ya que podemos encontrar frutos en el árbol durante todo el año, aunque la mayor abundancia se da en otoño y principios de invierno, que coincide también con la época de máximo consumo. A pesar de las enormes cantidades de frutos de acebo consumidos por los animales silvestres durante el otoño e invierno, estos frutos son muy tóxicos para el hombre.
El acebo crece en bosques mixtos caducifolios, robledales, melojares y abedulares, y presenta una alta dependencia de la humedad ambiental o edáfica, a menudo se mantiene en medios abiertos surgidos tras la degradación del bosque. En Galicia es común en la mayor parte del territorio desde las umbrías costeras hasta las de las montañas más altas, aunque limitado a los enclaves de condiciones favorables que son cada vez más escasos.
Su madera es muy apreciada en ebanistería por su dureza y su facilidad para ser trabajada y sus ramas cargadas de frutos han sido tradicionalmente cortadas para adornar las casas en tiempo de Navidad. Es, además, una especie de crecimiento muy lento por lo que ha llegado a una situación comprometida que provocó su protección por parte de la Xunta de Galicia, siendo la única especie vegetal que ha sido protegida explícitamente por este gobierno autonómico.